Hoy, con el corazón lleno de reflexiones, me senté a escribir tras escuchar las últimas noticias que involucran a Israel. Esta vez, en la arena internacional representada por la ONU, Estados Unidos no extendió su apoyo a Israel, lo cual ha generado un profundo debate sobre nuestra situación actual. Un periodista, en medio de este contexto, expresó que nos encontramos más aislados que nunca. Sus palabras resonaron fuertemente, recordándome los tiempos del 2016, durante el fin del gobierno de Obama.

Después de este impactante comentario, tuve la fortuna de sostener una conversación con un Rabino que reside en Israel. A pesar de los desafíos y las sombras que puedan cubrir nuestro horizonte, este sabio líder resaltó con entusiasmo los aspectos positivos que se están gestando en nuestra tierra sagrada. Su voz resonó en mi alma, llenándome de esperanza en medio de la incertidumbre.

Reflexionando sobre estas dos perspectivas, me inclino decididamente por la segunda. ¿Por qué? Porque la primera, aunque dolorosamente cierta en algunos aspectos, no es una verdad absoluta. Israel ha enfrentado la soledad en el pasado, sí, pero también ha encontrado fuerza en su unidad interna y en el apoyo de aquellos que comparten nuestros valores y nuestra historia.

Es cierto que en el ámbito político actual nos encontramos en una posición desafiante, quizás más solos o menos respaldados por algunos gobiernos. Sin embargo, prefiero adoptar la visión del Rabino, quien con sabiduría nos recuerda que no estamos solos. Somos Am Israel, una comunidad unida que se protege y se fortalece en la adversidad, como una familia que, a pesar de sus diferencias, se sostiene en la unidad de su corazón.

No me siento aislada, pues hay numerosos pueblos y personas que nos apoyan y caminan junto a nosotros en este viaje. Aunque la percepción mediática a menudo tienda a lo sensacionalista y al miedo, no debemos olvidar que somos más fuertes de lo que los titulares intentan hacer creer.

Incluso en tiempos donde el antisemitismo parece encontrar nuevos caminos para manifestarse, recuerdo con emoción las palabras de un nativo de EE. UU. que expresaba su admiración por el pueblo judío, por cómo defendemos con pasión lo que nuestros ancestros nos legaron. Ese apoyo, esa conexión, nos recuerda que Am Israel no está solo. Contamos con la presencia de Hashem a nuestro lado, nuestra fe inquebrantable que nos sostiene en momentos de duda y tribulación.

La esperanza y la resiliencia son nuestras aliadas más poderosas. Que cada desafío nos encuentre más unidos y más decididos a construir un futuro donde la luz de nuestra historia y nuestra fe brille con más fuerza que nunca. ¡Am Israel Jai!